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miércoles, 14 de julio de 2010

EL SOLISTA: EL DON DE LA LOCURA

Ví la película en un estante de películas. La tomé para ver la carátula, el elenco. El solista contaba con la actuación principal de Jamie Foxx, quién personificó a Ray Charles, y el inigualable y personal favorito Robert Downey Jr. Casi de inmediato quise verla.




El Solista es la historia de un periodista del L.A Times, Steve López, y su descubrimiento de las joyas ocultas en la vida cotidiana de una ciudad sin alma. O peor aún, llena de almas rotas. Descreídas. Adulteradas. Almas sufrientes evitando la vida misma.

López pasea por la ciudad y se encuentra con un indigente que toca el violín frente a la estatua de Beethoven en una plaza de la ciudad, cerca del diario.

El violín tiene sólo dos cuerdas, pero Nathaniel (Jamie Foxx) se las ingenia para arrancar de él lo suficiente para que un oído ni siquiera entrenado comprenda lo que quiere decir. No le cuesta a López acercarse a él y entablar una (desquiciada) conversación/monólogo de parte del Nathaniel Anthony Ayres.

Esta historia, por lo demás inspirada en hechos reales, es la historia de una persona oyendo, viendo, a otra persona en medio de la calle. Es la historia de una persona que reconoce el don, dentro de la locura, de otra persona. Y le llega. Se abre, sin notar cómo, al grado que le afecta saber sobre el bienestar de este loco genio musical que balancea su violín de dos cuerdas en medio de la autopista, tocando para las palomas, que lo aplauden con sus alas al elevar el vuelo.

La tremenda presencia de Robert Downey Junior empapa la película. No sabemos si el periodista real es así de carismático, pero en este cuento funciona su personalidad abismante, independiente y testaruda. Siempre corriendo, solitario a más no poder, golpeado, incluso por la vida, López comienza a vivir para Nathaniel. De pronto sus días tienen más sentido. Su prosa se llena de alma y ambos son el sol luminoso en la vida del otro. Pero, ¿cómo cambiar algo que no tiene intensiones de ser modificado? ¿Cómo obligar, enseñar, a otro a vivir como se debe vivir?

Jamie Foxx nos vuelve a regalar un personaje querible, cegado por la locura, músico otra vez, inquietante en su auto tortura, complejo y roto, aún así amable, cortés, afable. Con sus disparatados disfraces, Nathaniel sigue siendo un astro cuando toma el violoncello que le ha enviado de regalo una de las lectoras de la columna de López.

El miedo, en sus distintos formatos, se ha encargado de desenrrielar tanto a los protagonistas como a los acontecimientos en la película, pero poco a poco, en la medida que avanza la cinta, hasta el momento más álgido encuentra una pauta para bajar los tonos de esta melodía hasta la aceptación. Y la Gracia.

1 comentario:

Rocío dijo...

Yo la vi!!! es maravillosa. Quizás no es una pieza de arte, pero los actores y el trabajo del guión resaltan muchísimo. Buen artículo! ;)

nos vemos!